Teodoro y su nieta Leticia se reencontraron después de más de 20 años. Ella es el fruto de un romance entre su hija Beatriz y un muchacho pobre, el hermano más joven de un amor imposible de Teodoro. Leticia fue repudiada por el patriarca de la familia Oliveira de Barros y, recién nacida.
Fue enviada a un internado en Suiza. Aunque, en realidad, Leticia fue intercambiada por Aquiles, el hijo de Ambrosio, un fiel empleado de Teodoro, para poder lograr un acuerdo capaz de salvar el patrimonio y la honra de la familia, pues Teodoro estaba quebrado y su mayor acreedor, el poderoso y enfermo comendador Aquiles Machado, le hizo una extraordinaria propuesta: casarse son su hija Beatriz, que estaba embarazada, si daba a luz un varón, que fuera su heredero y su sucesor. Aquiles nació el mismo día que Leticia, pero su madre murió. Los niños fueron intercambiados y Teodoro, el abuelo, mandó a Leticia a Suiza. Ambrosio entregó a Aquiles por gratitud a los Oliveira de Barros, pero Beatriz no se enteró del cambio.
En el presente, con más de 20 años, Leticia repite la historia de su madre y se embaraza muy joven. Ya encinta, Leticia huye del orfanato y vuelve a Brasil. Aquí, el destino hace una más de sus jugarretas: la heroína trae un papel membretado del Hotel Intermares, en Recife, el cual recibió del padre de su hijo, que no es otro sino Aquiles, quien, actualmente, ocupa su lugar en la familia Oliveira de Barros. Leticia llega a Pernambuco solamente para encontrar al padre de su hijo, Aquiles, pero éste se niega a verla y delega la solución del problema a su abuelo, Teodoro. La consecuencia del encuentro entre el abuelo y su nieta provocará una transformación radical en las vidas de los personajes principales de la historia.